El filósofo francés Fabrice Hadjad ha estado en Madrid para participar en un acto organizado por la Fundación NEOS. En el evento, que llevó por título “Nos jugamos la vida”, participaron también representantes de diversas asociaciones provida, tanto nacionales como internacionales, para subrayar hasta qué punto en la cuestión de la vida humana nos jugamos el alma de Europa.

Hadjad, con su perspicacia habitual, fue muy claro al afirmar que una sociedad que huye del sacrificio termina en el suicidio; un suicidio a muchos niveles que, por ejemplo, en la realidad demográfica se convierte para los europeos en una auténtica cuestión de vida o muerte. Afirmó que Europa ha renunciado a la cultura para entrar en una lógica puramente tecnocrática, y de esa forma también ha renunciado a su vitalidad. La vida es don porque nos es dada, pero se nos da para ponerla en juego, para gastarla por el otro, especialmente por los que más necesitan de nosotros. Poner la vida en juego no es apostar por una suerte de ludismo que todo lo frivoliza, ni por un utilitarismo que acaba por cosificar al otro. No podemos hacer dejación de nuestra responsabilidad individual.

El problema es creer que debemos esperar a que actúe el otro, el Estado o un partido político determinado, cuando el desafío primero es lo que cada uno está llamado a hacer, dijo Hadjaadj. Entender qué significa ser individuo capaz de tener iniciativa en las cuestiones vitales, discernir acerca de cuál es nuestra responsabilidad concreta y actuar en consecuencia, de modo que nuestro testimonio de vida coherente sea un signo inequívoco de esperanza para el mundo.