La pretensión de Pedro Sánchez de ocupar el espacio político y electoral de la izquierda, que hasta ahora estaba representado por Podemos y Sumar, está creando una serie de conflictos con sus socios de Gobierno. Además, está haciendo que los ministros de estas formaciones mantengan una inusual actividad pública con decisiones que agudizan el estado de perplejidad social y alimentan la imagen de un Gobierno errático y sin capacidad para afrontar los problemas reales de los españoles.

En las últimas horas, se ha conocido una inusitada carta del ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, en la que se advierte a las empresas españolas con actividad en Israel de que corren el riesgo de que sus negocios contribuyan a las “vulneraciones de derechos humanos” de los palestinos en la región. Una misiva extemporánea que se inmiscuye en la política exterior de España, que debe ser una política de Estado, y que ya ha conseguido añadir un motivo más de enfado del Israel con España.

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha expresado su apoyo a las concentraciones pro-palestinas en Estados Unidos utilizando el lema “Desde el río hasta el mar”, un eslogan que propugna la desaparición del Estado de Israel. Si a estos dislates añadimos el del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, con la eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia, nos encontramos con un Ejecutivo en el que varios ministros descontrolados están haciendo la oposición desde dentro del Consejo de Ministros.

Pero a Sánchez no le inquieta, porque su estrategia es absorber todo el voto de la izquierda, aunque sea al precio de liderar un gobierno disfuncional.